Antes de nada, Feliz Año nuevo (¡Felisa, me muero!, que diría el del chiste), y esperemos que sea mejor que el anterior.
Últimamente no tengo ganas de escribir, vuelvo a necesitar tiempo para pensar y reaccionar. No sé si me niego a abrir los ojos ante ciertas cosas, pero sé que me he sentido solo más de una vez en estos días. Ojalá me salga todo como yo espero. Es tal el bombardeo de pensamientos que hay en mi cabeza que me es difícil asimilarlos. No entiendo por qué no puedo abrirme a la realidad de estos últimos veinte días de mi vida, por qué no he podido llorar.
Aquí dejo la canción que me ha martilleado durante estas navidades. No tiene demasiada relación con lo que acabo de contar, pero me ha acompañado durante dos semanas, y quiero compartirla con todo el que lea este pequeño espacio:
Hace frío y estoy lejos de casa,
hace tiempo que estoy sentado sobre esta piedra,
yo me pregunto para que sirven las guerras.
Tengo un cohete en el pantalón
y vos estás tan fría,
como la nieve a mi alrededor,
vos estás tan blanca,
que yo no sé que hacer.
La otra noche te esperé bajo la lluvia dos horas,
mil horas, como un perro;
y cuando llegaste me miraste y me dijiste:
"Loco, estás mojado, ya no te quiero".
Y en el circo vos ya sos una estrella,
una estrella roja que todos se la imaginan,
si te preguntan vos no me conocías.
Tengo un cohete en el pantalón...
Es "Mil Horas" de Andrés Calamaro. Sigo descubriendo joyas de este genio.
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