Hoy haciendo zapping en un rato muerto (jio,jio,jio!), he visto cinco minutos de "Kill Bill Vol.2". Todavía no sé que hace que la gente vea a Tarantino como un director de culto. Será la sangre, será la violencia gratuita. No estoy diciendo con esto que me guste el cine de Woody Allen. Debe haber un término medio. Lo último que he visto, "Trainspotting", excepto alguna escena "fuerte", no me ha disgustado.
Cuando vas a ver películas de directores excéntricos, debes saber qué te vas a encontrar. En la primera parte de "Kill Bill", una mujer sangra como una fuente tras quedarse sin brazo por un mandoble. A unos 80 japoneses (no chinos, hablemos con propiedad) les rebanan los pies en cuestión de segundos. Hay escenas que son enteramente habladas en japonés, la leche.
Lo que le pasa a la gente con Tarantino es lo que me ocurre a mí con Javier Fesser. Un humor surrealista, gags que sólo son entendidos por el director y sus amigotes, una visión de las cosas totalmente distinta, un microverso particular. Pero todo es cuestión de gustos. Hay quien lee tres libros por semana y le gusta el cine independiente, y quien se bebe los comics a pares y es fan de Austin Powers.
Volviendo a "Kill Bill", la cultura japonesa inunda toda la cinta. Desde los combates con katanas y las conversaciones en japo (subtituladas, menos mal) hasta una parte animada estilo manga. La verdad es que es una cultura que me atrae desde pequeño, pero ya hablaré de ello en otro post que estoy preparando.
02 febrero 2006
Kill Bill
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